El hombre según Aquino


El hombre, como todas las cosas, es el fruto del acto creador de Dios, pero con una particularidad muy precisa en el caso del primero: Dios lo ha creado a su imagen y semejanza. Por consiguiente  el destino del hombre, corresponde a un plan trazado por la voluntad divina. En esta relación entre  la voluntad divina y un hombre que, por ser imagen de Dios, es libre, surge uno de los problemas más debatidos en el medioevo (hoy en día también), en cambio este problema no existía en el pensamiento de Aristóteles, ya que no aceptaba ni la creación ni la intervención divina en el mundo.

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